Cartas, fichas, tapetes, … Todos estos elementos forman parte del imaginario popular y tienen un peso específico en la cultura de cada país. Pero, probablemente, aunque les otorguemos un origen muy lejano, no seamos capaces de dilucidar hasta qué punto algunos juegos son verdaderamente longevos, ni cómo fueron sus inicios. Nos referimos a entretenimientos que la mayoría de nosotros, en un momento u otro, hemos disfrutado o hemos visto cómo jugaban personas que conocemos. Y a más de uno sorprenderá la forma en la que surgieron y se consolidaron.
El dominó
Las fichas sonando en la mesa mientras se mezclan antes de repartir. Una melodía inconfundible. ¿Es muy antiguo el dominó? Seguro que muchos contestan que sí. Es más, puede que le calculen más de 100 años de antigüedad, quizás 200. Bien, pues se quedarían muy cortos. Hay que remontarse al siglo XII para encontrar los primeros documentos que hablan de este popular entretenimiento, tan arraigado en España. Pero, además, el origen sería chino. Bien es cierto que era una modalidad algo diferente de la que conocemos en la actualidad (que dataría del siglo XVIII), pero la esencia fundamental tiene raíces en ese juego asiático que, por cierto, utilizaba fichas de hueso y ébano.
El blackjack
Este es uno de los mejores ejemplos de juegos que viven una segunda juventud gracias al online blackjack, la versión digital que se encuentra en la red. Pero, entonces, ¿cuál fue la primera? Aquí viene la controversia: la respuesta varía según a quién le preguntemos. La versión más extendida es que el origen está relacionado con la Francia del siglo XVII y un entretenimiento llamado “Vingt-et-un”. Y todo ello tendría cierta lógica, especialmente porque los galos fueron quienes lanzaron este juego al mundo. Pero, en unos escritos anteriores de nuestro autor más internacional, Cervantes, ya se hacía referencia a un pasatiempo español conocido como “La Veintiuna”. Sea como fuere, poco podían imaginar el impacto que acabaría teniendo en el futuro.
El backgammon
Vale, tal vez no todo el mundo haya jugado al backgammon. Quizá ni uno sólo de nuestros lectores. Pero ¿a que sí que sabrían distinguir su inconfundible tablero? El cual, por cierto, es de una extraordinaria belleza. Lo del origen ya es algo más complejo. Pero si el dominó sorprende por su antigüedad, lo de este juego ya es para quedarse de piedra. Vaya por delante que también han surgido algunas dudas sobre la fecha, pero el hallazgo de uno de los tableros podría situarlo… ¡hace más de 5000 años! La localización estaría en Irán o en la antigua Mesopotamia. De allí, con el paso de los siglos, alcanzó la civilización romana y, posteriormente, se mantuvo en la Europa de la edad media. Y nunca ha llegado a perderse, puesto que sigue teniendo multitud de aficionados (aunque no conozcamos personalmente a tantos).
El ajedrez
Si una partida de ajedrez puede parecer algo compleja, no lo es menos intentar dilucidar cuál fue su auténtico origen. Si nos guiamos por los escritos que hablan de este popular deporte mental, la fecha más antigua es del siglo VI y pertenecen a un poema persa. Pero las investigaciones de los expertos en la materia lo sitúan en una época muy anterior, concretamente, la del siglo III a. C. Eso sí, hablamos del precursor del ajedrez que conocemos hoy en día, y se llamaría Chaturanga o “juego del ejército”. Además, las reglas eran algo diferentes, así como determinadas figuras. Este clásico es otro gran ejemplo de la evolución y la adaptación al entorno digital.
El Monopoly
Tanto viaje en el tiempo nos va a acabar mareando. Probemos con algo más cercano. ¿Qué tal el Monopoly? Estamos ante un auténtico incunable del tablero y las fichas. Corría el año 1902 cuando la inventora Elizabeth Magie Phillips diseñó un juego al que bautizó como The Landlord’s Game (el juego del terrateniente). Pero fue el ingeniero americano Charles Darrow quien consiguió patentar una variante de este entretenimiento, que añadía su nomenclatura actual. ¿A quién debemos agradecer realmente el invento que conocemos hoy en día? Bien, ese es otro debate y habrá que dejar para otra ocasión.