La dinámica que viene experimentando el FC Barcelona en la última temporada no puede ser más negativa. Lo que parecía un proyecto de futuro con la Liga conquistada el pasado curso, se ha venido abajo cual azucarillo en una taza de leche caliente. El objetivo claro por el que debe luchar el conjunto de la ciudad condal es luchar por la clasificación para la Champions League el año próximo. Una empresa no nada sencilla viendo el estado de forma de los de Xavi Hernández, y se verá si es factible o no con los próximos resultados en vivo de La Liga.
La activación de las denominadas “palancas financieras” vinieron para crear un espejismo en forma de fichajes de renombre, los cuales han resultado un auténtico fiasco y se han convertido en una gran lastre a nivel económico para que el club pueda planificar las campañas venideras.
Al cisco económico que ya se conocía, ahora se une la decisión de Xavi Hernandez de abandonar el barco del FC Barcelona a partir del próximo 30 de junio. Dejando de lado lo acertado o erróneo de la decisión, cabe cuestionarse si es el momento propicio para hacer un anuncio de este calado, habiendo más de cinco meses de competición por delante en los que los blaugranas se juegan mucho dentro del terreno de juego.
Con esa decisión inamovible, lo que sí parece que Xavi ha conseguido es mover el foco de los máximos culpables de esta situación hacia el palco y los jugadores. Con un entrenador ya amortizado, debe ser la plantilla la que dé un paso al frente para no consumar una de las peores temporadas del FC Barcelona en toda su historia. En estos momentos, ningún futbolista del organigrama está mostrando unas prestaciones aceptables dentro del terreno de juego. Basta con observar el nivel de nombres como Lewandonski o Gundogan, quienes están a años luz de aquellos jugadores que eran considerados de los mejores en su posición a nivel mundial.
Las otras luces apuntan hacia Joan Laporta, ya que actualmente el presidente se ha quedado sin el sparring que recibía todas las críticas. Desde que Xavi anunció su decisión, las miradas de la afición se focalizarán en un palco, cuya gestión está dejando mucho que desear a tenor de los resultados en las tres parcelas de la entidad: deportiva, económica y social.
El continúo baile de piezas en la directiva, con la salida de pesos pesados como Mateu Alemany no hizo nada más que agravar una situación cada vez más complicada.
La viabilidad del club en estos momentos depende de su clasificación para la próxima Liga de Campeones. De no contar con esos ingresos garantizados, el golpe que sufriría en la base de flotación el navío culé sería de cotas no vistas antes.
Solo el tiempo determinará si volveremos a ver a un FC Barcelona fuerte que luche por todos los títulos, o bien es el Atlético de Madrid el que coge el testigo de alternativa al Real Madrid.