Tener un vehículo en propiedad siempre ha sido uno de los deseos máximos de muchas personas. Hasta que llegó el renting. Hoy día, el renting se ha posicionado como una alternativa válida para quienes no quieren tener ciertas preocupaciones que el vehículo en propiedad da, y claro, para obtener otras tantas ventajas. Sin embargo, no en todos los casos convendrán las mismas soluciones.
De buenas a primera, lo que no se puede negar es que conducir un vehículo brinda libertad de movimientos, no ceñirse a los horarios del transporte público, poder viajar con mayor comodidad, entre otras tantas cosas.
Pero sí, no necesariamente tiene que ser comprar un vehículo. Hoy también se puede apostar, por ejemplo, por la renta de camionetas, por citar el vehículo que más ha crecido en popularidad en los últimos años.
Ahora bien, conviene revisar.
¿Comprar o rentar?
Esa es la cuestión.
La compra de un vehículo permite al propietario, por supuesto, tenerlo a su nombre y tenerlo para siempre, si así lo desea. Puede luego sacarle provecho vendiéndolo de vuelta, aunque con el justo valor producto de la depreciación.
Sin embargo, para muchas personas en la actualidad, comprar tiene mucho que ver con gastos indirectos e imprevistos, como pagar permisos, impuestos, recambios, mantenimiento, visitar al taller, neumáticos y demás.
Eso en la renta de vehículos no pasa. Actualmente se puede rentar no únicamente como empresa, sino también como particular. Y no solamente por días, como el alquiler vacacional, sino también a largo plazo. Podría decirse que pueden ser soluciones equiparables.
En el renting, eso sí, el vehículo es de la empresa de renta y el usuario solamente está pagando por utilizarlo. Un alquiler de toda la vida. La ventaja es que en una única cuota ya incluye todo, sin gastos indirectos ni mucho menos imprevistos.
Desde lo financiero, hay ventajas para ambos lados.
¿Qué vehículo se requiere?
Por lo general, y salvo casos muy específicos, las familias y las empresas necesitan hacer un gran esfuerzo económico para comprar un auto. Ni qué decir si se trata de una flota, en el caso de las empresas.
Normalmente se hace a través de créditos, de financiación, aportando únicamente la inicial, que igualmente supone un importe considerable.
Eso, desde el primer momento, limita las opciones de vehículos que se pueden adquirir, puesto que tienen que entrar en el presupuesto.
En cuanto a la renta de autos, es posible que una persona se pueda permitir un vehículo de una o varias gamas más arriba que el que podía comprar incluso con financiación. En la renta se paga una cuota mensual fija, durante todo el contrato, y es más fácil estimar cuánto se debe desembolsar cada vez y cómo ha de presupuestarse.
Teniendo en cuenta que a veces, por trabajo, por necesidades o hasta por preferencias, se quiere un vehículo específico, posiblemente la renta pueda ser una solución en caso de que la compra, por razones obviamente monetarias, sea inviable.
La vida útil
Varios conceptos se entrelazan. La vida útil de un vehículo moderno gira en torno a los 6 o 10 años. Poco más. Aparte, la depreciación va mellando año tras año el valor de todos los vehículos.
Si bien es cierto que la tenencia en propiedad de un vehículo es una satisfacción enorme, y que prácticamente se obtendrá un bien para toda la vida, en términos contables, hay un punto de equilibrio donde la renta del mismo vehículo puede ser más rentable, sobre todo al futuro.
Y es que si se toma en cuenta que la renta de un vehículo, dígase una camioneta o un camión, puede hacerse hasta por 5 años o 60 meses de contrato, llegados al mismo punto, al momento de renovar el contrato y actualizar el vehículo contratado por uno más nuevo, podría resultar más barato e inteligente desde lo financiero que haber comprado el mismo vehículo y, tras 5 años, venderlo en el mercado de segunda mano para comprar otro.